
Fuente: Irene Vaqué Reig 324.cat | Traducción: Toni Rius
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Evitar el estrés crónico es "una responsabilidad individual, pero también del liderazgo", remarca la vicedecana del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya, Dolors Liria
Sentir que estás atrapado en el trabajo. Esto es lo que les ocurre a las personas que sufren ” burnout”, un síndrome que, desde enero del 2022, la Organización Mundial de la Salud clasificó como enfermedad. “Es un estado de desmotivación y agotamiento en respuesta a una situación de estrés crónico, a consecuencia de las características del trabajo y de la organización”, es decir, de la empresa, según la define la vicedecana del Col· legio Oficial de Psicología de Cataluña, Dolors Liria.
“La persona siente que su situación y el malestar que le genera no pueden cambiar. Es muy característico sentir que no puedes cambiar, que estás como atrapado “, añade.
Es ese sentimiento, más que la sobrecarga de trabajo, que también genera estrés, lo que permite distinguir a una persona que tiene “burnout”.
Esto puede afectar a la autoestima y se puede traducir en conductas individualistas, pérdida de empatía hacia el otro, falta de posibilidad de trabajar en equipo. Ser capaz de trabajar con otras personas “es un factor protector de la salud mental”, remarca Liria, especializada en salud laboral.
El también psicólogo Francesc Quer, miembro de la Sección de Psicología de las Organizaciones y el Trabajo del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, resume el “burnout” como un estrés que se ha cronificado en el tiempo: “Es un desgaste mental, físico y emocional que se ha ido agravando cada vez más y la persona no ha tenido suficiente capacidad de hacerle frente”.
Que también se refiere al hecho de estar quemado en el trabajo como “la pandemia de la salud mental que está afectando hoy en día a las empresas” y expone datos “estremecedores”:
“Hay estudios en el mundo anglosajón que dicen que ocho de cada diez empresas sufren unos índices de ‘burnout’ superiores al 50%. Es mucho. Y la situación es aún más seria porque los datos suelen ir a rebufo de los hechos. Y es una situación real, lo veo yo, que trabajo todos los días con las empresas.”
Se calcula que 7 de cada 10 personas han sufrido, sufren o sufrirán “burnout”.
Aunque, inicialmente, se asoció esta patología con profesiones del sector sanitario o la enseñanza, actualmente, los psicólogos piensan que puede afectar a todo el mundo. ” No estamos exentos nadie . Incluso nos pueden quemar cosas que no tengan que ver con el trabajo. Debemos tomar conciencia de nuestras emociones”, remarca Dolors Liria.
Grandes o pequeñas empresas, autónomos… No hay un perfil único, sino que todo el mundo puede verse afectado. “Tiene más que ver con la presión del trabajo en sí y en cómo se organiza cada entorno profesional”, puntualiza Francesc Quer.
También con la personalidad de cada uno. “Las personas con un sentido de perfeccionismo, que tengan objetivos muy elevados y mucha autoexigencia, o que necesitan un reconocimiento constante de su entorno y tienen una autoestima baja están más predispuestas a sufrir”, explica.
Síntomas del "burnout"
Puedes acabar quemado en el trabajo por diferentes situaciones, como:
- sentir que el trabajo no tiene recorrido, que no puedes realizarte como deseas o que no tienes oportunidades
- crees que para realizar bien tu trabajo necesitas unos recursos que no tienes. Si los pides y ves que no hay forma de conseguirlos, estás en riesgo de quemarte
- vivir conflictos interpersonales que no se pueden resolver
Todo esto genera un malestar emocional, que puede manifestarse de muchas maneras. No sólo a nivel psicológico, con la tristeza, desmotivación, falta de empatía y malestar por tener que ir a trabajar, sino también físico. Insomnio, desórdenes gastrointestinales, dolor de cabeza . Puede tener muchas manifestaciones somáticas.
El “burnout” es un fenómeno muy progresivo, de acumulación de malestares que podemos ir interiorizando, a menudo porque está normalizado dentro de la cultura del puesto de trabajo, hasta que se hacen tan grandes que ya no podemos hacerle frente.
¿Entonces debemos preocuparnos si es domingo y sentimos malestar por tener que ir a trabajar al día siguiente? La clave es observar si es un hecho puntual o crónico, como apunta Dolors Líria:
“Si es muy a menudo, nos afecta y no podemos dormir… Cualquiera de los síntomas, de forma puntual, es normal. Quizás un día no puedes dormir porque al día siguiente, en el trabajo, tienes que enfrentarte a una situación desagradable o difícil. Pero, si todo esto sigue en el tiempo y acaba siendo una limitación en nuestra vida cotidiana, nos puede afectar en la forma de ejecutar el trabajo.”
Es importante identificar los síntomas, preguntarnos qué está pasado y ver qué podemos hacer con ellos “porque, si no, podemos acabar teniendo una ansiedad muy grande o una depresión”, advierte.
¿Se puede confundir estar quemado con una depresión?
Queda claro que el “burnout” afecta a la vida de la persona y tiene una prevalencia alta, pero, ¿se puede confundir con una depresión?
La línea entre una cosa y otra puede ser fina. “Una persona con “burnout” puede acabar derivando en una depresión si no se ponen medidas “, afirma la vicedecana del COPC, que, sin embargo, matiza las diferencias que hay entre una y otra situación:
“La sintomatología tiene patrones que son similares, pero el ‘burnout’ está originado por una situación muy específica, vinculada sobre todo al trabajo. Y cuando la persona se distancia de esta situación, la mayoría de las veces mejora, mientras que alguien con depresión , aunque le mejore la vida, debe tratarse porque la depresión es un cuadro clínico.”
Francesc Quer coincide en que la situación de estar quemado se diferencia porque tiene su origen en el trabajo, pero se puede agravar de tal manera que se puede llegar a confundir con un estado de ansiedad o depresivo, porque tendremos un estado de ánimo bajo, nos faltará energía y tendremos insatisfacción profesional. “Si, además, experimentamos temblores, sudoración, hiperventilación…, puede llevarnos a pensar que hay un síndrome más agravado”, matiza.
Si estamos quemados y somos conscientes, encontraremos la manera de liberar el estrés . “Hay que ver si, yendo con los amigos, practicando las aficiones que tenemos, haciendo deporte, la persona se ve capaz de canalizar este estrés o bien lo tiene demasiado elevado y no se lo puede quitar de encima. A partir de aquí ya sería una patología de desgaste, que afecta a su vida profesional”, apunta el psicólogo.
Cómo prevenir el "burnout": "La responsabilidad es compartida"
A menudo, las personas quemadas que llegan a la consulta de un psicólogo lo hacen cuando ya están en situación límite y están de baja laboral.
¿Cómo evitar quemarnos? “Las empresas deben poner manos a la obra y hacer planes de actuación de salud mental “, defiende Francesc Quer. Terapias individuales o sesiones de trabajo en equipo, mejora de las habilidades sociales, gestión de los tiempos, técnicas de relajación. Hay mucho campo para abarcar desde el acompañamiento profesional y la psicología.
Por su experiencia profesional sabe de primera mano que “empieza a haber sensibilidad” porque las organizaciones “son conscientes de que detrás de las quejas constantes hay una pérdida de competitividad, por bajas, situaciones de malestar, absentismo”. Y hace años que se sabe que, si un trabajador no está bien, la productividad bajará :
“El caballo de batalla de las empresas es buscar el equilibrio entre la productividad y el bienestar. Para que haya productividad, debe haber bienestar. Hay una tendencia a gestionar a las personas exclusivamente a través de objetivos e indicadores cuantitativos, pero las empresas ya saben que deben potenciar que las personas se sientan a gusto para que sean productivas.”
Dolores Liria hace un matiz. Más que felicidad, hablaría de satisfacción o bienestar, porque la felicidad es más efímera. “Puedes estar satisfecho pese a que haya momentos que tienes un malestar derivado del trabajo. La satisfacción engloba también los momentos de malestar”, puntualiza.
Hecho el inciso, deja claro que está de acuerdo con la idea porque “está estudiado de hace muchos años” y “con números detrás”, pero admite que la cultura de las organizaciones empresariales “cuesta mucho de cambiar”. “Racionalmente, todo el mundo lo comparte, forma parte de los valores o misiones de la empresa, pero en el aspecto cultural es difícil poder integrarlo”, afirma.
Por eso apela a una doble responsabilidad, de empresa y trabajador , para evitar que haya personas quemadas:
“Hay una responsabilidad compartida. La individual, de cuidar de sí mismo, desarrollar la capacidad de poner límites a los demás y a uno mismo. Y la organizativa, de generar entornos y liderazgos saludables que permitan que las personas puedan gestionar su malestar con confianza y sin tener que guardarlo hasta que explotan.”
La vicedecana trabaja principalmente con directivos. Quizás le han pedido ayuda porque ven que el equipo “está fatal”, pero, aunque les sorprenda, su trabajo no se acaba centrando en los trabajadores que tienen a cargo. “Muy a menudo acabo hablando con los directivos, y no con el equipo. Les ayudamos a desarrollar estrategias propias para asumir esta parte del trabajo”, explica.
Líria añade que “no se puede delegar” esa responsabilidad. “Los liderazgos deben asumir que una parte muy fundamental de su rol es estar atentos a los malestares de las personas que trabajan con ellos “, destaca. Pero el movimiento también debe estar a la inversa. “El equipo debe cuidar al líder, que puede sentir mucha soledad, sobre todo los cargos intermedios”.
En los tiempos actuales, según Líria, esta necesidad se ha puesto más de manifiesto que nunca:
“Gracias a la pandemia, si es que se puede decir así, se ha puesto mucho en evidencia que ya no podemos esperar más. Debemos poder atender a los malestares propios y de las organizaciones, que deben pensar que dónde hay relaciones hay conflicto. Forma parte de la vida. Uno va a trabajar para hacer bien su labor y ser productivo, pero no a costa de estar mal.”
Superar el "burnout" es posible
Liberarnos de este estrés crónico es factible si lo identificamos y ponemos medidas lo antes posible. A menudo, la persona se quema poco a poco y llega a un punto que no tiene ni ganas ni ánimos de dar ningún paso; por eso debemos intentar actuar antes.
También debemos ser conscientes de que la terapia psicológica nos puede ayudar, pero, si las circunstancias laborales son las mismas, volveremos a estar en riesgo , como dice Dolors Líria: “Posiblemente, si la persona ha hecho terapia, se podrá colocar en una situación diferente, pero no por tomarse unas pastillas o ir al psicólogo lo habremos solucionado todo. Hay que ir al origen, y las responsabilidades son compartidas”.
Si no hay forma de cambiarlo, la experta en salud laboral subraya que hay que considerar la opción de irse:
“Como todo en la vida, en las relaciones, pero también en el trabajo, es muy saludable que tengamos presente la posibilidad de marcharse. Si bien vale la pena hacer toda la prevención posible para no llegar a este punto, se pueden dar situaciones muy difíciles de revertir y uno debe sentir la posibilidad de decir ‘quizás la única solución es cambiar’.”
Líria reconoce que “no todo el mundo está en la situación” de poder romper la relación laboral, pero concluye que ” muchas personas que sí pueden hacerlo tampoco lo hacen, y se quedan en situación de riesgo”.