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Las claves de una autoestima sana y errores que deben evitarse en niños y adultos

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La imagen que tenemos de nosotros mismos se construye desde la infancia y está directamente relacionada con la salud mental

¿Cómo mejorar la autoestima de niños o adultos? El amor propio, el sentimiento de cariño hacia uno mismo, no es algo innato, sino que se va construyendo desde la infancia a partir de las personas adultas que tenemos más cerca y que son más significativas para la criatura . Cómo estas personas la tratan, cómo se relacionan, cómo y qué le dicen… Todo esto tendrá un impacto en el niño y en su estabilidad emocional y se irá modelando también con sus experiencias vitales.

“La autoestima es una necesidad que tenemos los humanos y que está directamente relacionada con nuestra salud mental y desarrollo socioemocional”, asegura Alícia Prats, psicopedagoga y miembro de la Comisión de Pedagogía y Escuela del Colegio Oficial de Pedagogía de Catalunya.

Está vinculada a “la valoración que hacemos de nosotros mismos ” y que debería ser “positiva, realista, racional”. Pero también “a un sentimiento de poder, de verme capaz de superar dificultades , adversidades, generar cambios y enderezar lo que considero que no me está saliendo bien”, apunta Prats, que se refiere a la construcción de la autoestima como “un proceso de internalización” profundo.

Es el mismo adjetivo que elige Hermínia Gomà, psicóloga y directora del Institut Gomà, que resume la autoestima como “la reputación que tengo de mí mismo, una evaluación y creencia profundas de mi forma de pensar, estar, sentir, actuar “.

Los adultos que nos rodean configuran esta reputación que nos debe hacer sentir valorado e importante “pero no más que nadie , sino importante por quien eres. Una persona digna de ser amada ”. “Nos ayudan a creer en nuestro potencial, a saber que podemos salir adelante”, añade la coach.  

Consejos para potenciar la autoestima y qué no deberíamos hacer

Alícia Prats destaca que la pequeña infancia es la base de todo. “Todo lo que construimos entre los 0 y 3 años es la base de lo que vendrá después”, dice.

La familia que nos cuida de pequeños es el primer marco de referencia del niño. Roger Ballescà, psicoterapeuta y miembro de la junta de gobierno del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, destaca la importancia de lo que recibimos los primeros años de vida: “La infancia es absolutamente crucial . La autoimagen se constituye, sobre todo, en el reflejo en los demás. Los adultos que nos tienen a cargo se convierten en espejos para nosotros de nuestra forma de ser, de relacionarnos. El espejo de la familia es fundamental”.

Debemos ver la autoestima como un edificio que se va construyendo. Los cimientos están en la edad temprana. “Después todos los pisos se sostienen en los cimientos. No quiere decir que no los puedas reforzar, pero cuanto más precoz es la herida emocional, más hace tambalear la estructura”, ejemplifica.

Los expertos dan consejos sobre cómo ayudar a los hijos a desarrollar una autoestima saludable, unas recomendaciones que son aplicables a los adultos.

Ni comparaciones ni etiquetas

Las comparaciones con los demás no sólo son odiosas, sino perjudiciales. “Debemos dar valor a lo que somos cada uno “, reivindica Alícia Prats.

Las etiquetas (“nervioso”, “simpático”, “conflictivo”, “perezoso”, por decir algunas) también se desaconsejan, porque tienen un impacto en el comportamiento y autoimagen de la persona. Nada de “eres” o “pareces”. “Si te dicen que eres perezoso, lo que recibes es que yo espero de ti que seas, porque te estoy viendo siempre como perezoso”, explica Prats.

No debemos utilizar adjetivos para describir comportamientos:

“Si quiero comentarte que tu conducta no me ha gustado, debo hacerte saber que ‘estoy enfadada porque lo has desordenado todo’.”

Rehuir las expectativas poco realistas

El espejo que nos llega a través de los cuidadores, pero también de la escuela, puede ofrecernos una imagen ajustada o distorsionada . Como tutores, es necesario ajustar lo que exigimos a los niños a lo que pueden ofrecer.

“Si pensamos que nuestro hijo no está a la altura y no sabe hacer lo que correspondería, cuando en realidad le estamos exigiendo más de lo que puede dar , el hijo percibirá que tiene una carencia”, explica Ballescà.

Por eso el primer consejo, para él, es ” conocer bien a tu hijo, saber qué puede dar y qué no en su momento evolutivo ” y, a partir de ahí, ” regular el nivel de exigencia hacia él, porque no esté por encima ni demasiado por debajo”.

Si desde pequeño se le exige por encima (por ejemplo, que sepa leer antes de que esté preparado para hacerlo) “siempre sentirá que está por debajo, cuando en realidad tiene un nivel madurativo normal”, añade.

Vale lo mismo para los adultos, como explica Alícia Prats, que trabaja como orientadora educativa en un instituto escuela:

“Si hacemos una demanda a un niño, adolescente o adulto, debe estar ligada a lo que nos puede ofrecer. Si todavía no está preparado para ello, esto le generará más frustración, angustia e inseguridad, más sentimiento de no ser una persona válida. Es un pez que se muerde la cola.”

Aceptando que todos somos distintos, los objetivos o propósitos no pueden estar alejados de la capacidad que tenemos. “Más adelante, cuando la persona pueda alcanzar más metas, ya lo advertiremos o nos lo dirá ella misma”, indica. Las palabras (y los hechos) son importantes

Debemos evitar los comentarios y correcciones que puedan ser muy desmotivadores o destructivos , aún más si están en presencia de otras personas. “A veces, sin darnos cuenta, hacemos abucheos muy despectivos”, alerta Prats.

Se deben evitar las burlas o ridiculizaciones , que ponen a la persona en evidencia.

Y no sólo debemos fijarnos en lo que decimos, sino en cómo lo decimos, afirma Ballescà:

“Las familias creen que la forma de fomentar la autoestima es decirles que son guapos y maravillosos, y no se construye tanto a partir de las palabras, sino con los hechos y actitudes. Te pueden decir que eres fantástico, pero si con la actitud te hacen sentir que nunca haces nada bien, la autoestima no será buena.”

No evitarles las frustraciones

Para el psicólogo, que trabaja en el centro de salud mental infantil y juvenil del Hospital Sagrat Cor de Martorell, también es importante no evitar las frustraciones a sus hijos. Dicho en otras palabras, enseñarles a gestionar la frustración .

Es mala idea no dejar nunca que pierdan jugando a juegos de mesa, no decirles que han hecho algo mal o no sacarles la tableta porque se pondrán a llorar. Ballescano avisa:

“Evitar las frustraciones tiene el efecto contrario, produce mucha inseguridad en los niños y niñas. Los límites, o los pones tú y le ayudas a gestionarlos, o les acabará poniendo la vida.”

La experiencia profesional de Ballescà le lleva a decir que la mayoría de los problemas que ve en la infancia son causados “por la dificultad de los adultos de tolerar las frustraciones de sus hijos y ayudarles a gestionar los límites que la vida impone”.

No debemos culpabilizar a los adultos, sino “entender que somos intermediarios de su relación con el mundo, tanto por lo bueno como por lo malo” y observar el contexto:

“Vivimos en una sociedad que no tolera nada bien las frustraciones. Se vende mucho el mensaje de que no debemos frustrarnos por nada, que todo lo podemos conseguir si lo deseamos, y eso es absolutamente falso. Si no aceptamos la frustración, no nos sentiremos bien con nosotros mismos porque nos sentiremos incompletos.”

La importancia del refuerzo positivo

Es clave señalar lo que la persona hace bien, y no sólo centrarnos en las debilidades o dificultades . Es un aspecto a tener en cuenta en la infancia y adolescencia, que son las etapas más vulnerables para la construcción de la autoestima, remarca Alícia Prats.

El día a día no es fácil para nadie, pero debe evitarse que, en los momentos que tenemos para compartir, sólo haya espacio para abuchear.

Al igual que podemos mostrar que estamos enfadados porque tiene la habitación hecha una maraña, podemos decir “estoy muy contento porque te había pedido que te hicieras la cama y lo has hecho; me ha gustado cómo has dejado tu habitación”.

Centrarnos en la aptitud, más que en las habilidades que la persona no domina, y hacerles sentir que tienen un rol activo, un sitio en nuestro entorno.

De esta forma generamos un entorno de confianza y seguridad “donde la persona puede mostrarse cómo es , sin ser juzgada ni etiquetada”.

Haber trabajado todos estos valores en la infancia puede contribuir a pasar mejor una etapa de cambio tan grande como es la adolescencia, cuando existe un sentimiento grande de incomprensión .

“Los niños con una autoestima positiva, ajustada, pasan la adolescencia de forma más desapercibida, no tienen una crisis de identidad tan marcada y asumen los cambios de forma más racional”, asegura la experta.

Si vemos que un adolescente tiene una imagen muy negativa de sí mismo y que no se relaciona con los demás de la forma que sería deseable, es decir, descuida los hábitos de higiene o alimentación, está apático y no se interesa por nada, vale la pena ponerlo en común con el instituto y realizar una consulta profesional.

“Tenemos a niños muy tocados en el ámbito emocional pospandemia y lo que no se está detectando tanto son los adultos que también están tocados”, considera Prats.  

Cómo saber si tengo una buena autoestima

Roger Ballescà es del parecer que en nuestra sociedad “no vamos sobrados” de autoestima. Hermínia Gomà enumera una serie de preceptos que pueden ayudarnos a analizarnos. Las personas con una autoestima saludable:

  • Se aprecian y se valoran a sí mismas  
  • Se relacionan con las demás personas al mismo nivel  
  • Pueden reconocer y aceptan que los demás son hábiles en algunas cosas,
    distintas de las de ellos
     
  • No se sienten superiores ni inferiores a nadie

Son personas que tienen seguridad y confianza en sí mismas, pero sin soberbia ni prepotencia.

Gomà, autora del libro “Autoestima para vivir”, que “no es de autoayuda”, sino que tiene un enfoque “técnico”, explica que parte de la autoestima es reconocer en qué eres bueno. “Saber por qué vales o cuál es tu valor”, dice.

Prats coincide en que puedes identificar en qué eres bueno, cómo sabes relacionarte con los demás, gestionar las críticas y aprender de los errores .

Estimarse a uno mismo abre la puerta a un cambio de paradigma que Gomà resume así:

“Buscamos que la persona primero sea amable consigo misma , se dé cuenta del valor de la amabilidad. Si yo soy amable conmigo, puedo serlo con todo el mundo.”

Puede ocurrir que nuestra autoestima varíe según el ámbito. Que sea fuerte en el ámbito de la pareja, pero no en el profesional, o al revés.

El primer paso es la toma de conciencia . “Ver cómo me he valorado hasta ahora, cómo me gustaría ser, qué puedo cambiar de mí, a qué doy valor ya qué no. Puedo ser consciente de que necesito hacer cambios, pero quizá no puedo hacerlo sola”, explica Alícia Prats .

Escucharte, saber qué quieres y decidir, puede dar miedo, pero Gomà insta a tomar valentía y dar el paso: “Cuando tú afirmas una cosa o la quieres, esto tendrá un coste, pero no ir por ella también tiene otro coste “.

En momentos determinados, nuestra autoestima puede verse damnificada porque algo nos ha pasado.

Los casos más graves, cuando el niño no ha tenido una sólida base, la autoestima es difícil de reparar.

Si tenemos una buena base, un amor propio saludable, con conversaciones y reflexión personal, podremos afrontar la adversidad. “Pero si tú te das cuenta de que, en diferentes áreas de tu vida y en muchos momentos te sientes frenado y no te atreves a seguir adelante con la vida, debes hacer un proceso psicoterapéutico”, advierte . Y es un proceso de madurez, de sanación de la autoestima que requiere tiempo. ” Esto no se soluciona con Instagram “, concluye.

Este artículo se ha publicado originalmente en CCMA 324.cat

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